viernes, 4 de marzo de 2016

Fortificaciones en Canarias y América en el siglo XVI
Por Ignacio Javier Gil Crespo
Martes 1 de marzo de 2016

El tema que nos ocupará esta tarde será el de la necesidad de fortificación del recién descubierto continente americano, así como el de aquellas zonas de paso;y, especialmente, las Islas Canarias. Ya conocidas por fenicios, griegos y romanos, estas islas son descritas por Plinio el Viejo, considerándolas este como el límite de la tierra conocida. Su importancia va a cambiar completamente con el descubrimiento de América por Cristobal Colón. Dichas islas, van a pasar de ser una zona marginal en las que se creía que lo único había era el fin del mundo, a una escala de paso obligado, tanto hacia el nuevo continente descubierto como para circunnavegar África. 

En 1479, por el Tratado de las Alcaçovas, se va a dirimir el destino de estas islas, que a pesar de todos los intentos de conquista de otras potencias, se mantendrán bajo poder español hasta nuestros días. Si bien su conquista se vio pospuesta por los problemas que enfrentaban a Isabel en una contienda civil, en 1485 estas van a ser finalmente ocupadas en su práctica totalidad. La Corona de Castilla va a tomar posesión al menos de las más grandes de ellas (Lanzarote y Fuerteventura). Esto provocará el primero de los enfrentamientos con las distintas potencias europeas que buscan un asentamiento frente a las costas de África. Portugal, que se había expandido por el Atlántico conquistando las Islas Azores, y por el Mediterráneo con la toma de Ceuta, pone de inmediato su mira en ellas. En 1494 ambos países firmarán el Tratado de Tordesillas, en la villa del mismo nombre. Inmediatamente después, el mercenario francés Betancourt tratará de vender la isla de Fuerteventura al rey de Portugal Juan II. Diversas revueltas internas obligan al rey portugués a devolverla a Castilla. Desde ese momento y hasta la actualidad, la posesión de las islas recaerá en la Corona española.


Como ya hemos mencionado en alguna de nuestras entradas, la llegada de material pirobalístico durante esos siglos a Europa, y su expansión por todo el mundo, provocaron un enorme cambio en las formas constructivas de carácter militar. La proliferación de tratados de fortificación durante el siglo XV también provocó la aparición de multitud de innovaciones constructivas para defenderse de estas nuevas armas de fuego. Aparecen por primera vez los baluartes, y con estos los frentes abaluartados, compuestos por cara, flanco, cortina, flanco y cara de nuevo. Uno de los más bellos ejemplos, aunque tardío, será el castillo de San Felipe en Menorca, destruido por Carlos III para evitar que cayese en manos inglesas. Y son estos modelos nuevos los que van a repetirse a los largo de las nuevas posesiones españolas.


La importancia estratégica de las Islas Canarias y los cambios en las fortificaciones, serán clave fundamental para entender las construcciones defensivas tanto de América como del archipiélago canario. Durante aquellos años, las islas se encontraban prácticamente despobladas. La necesidad de mano de obra impulsó a la nobleza provincial a realizar incursiones en el territorio del actual Marruecos para obtener esclavos. Esto conllevó los primeros enfrentamientos entre la nobleza castellana y las distintas tribus africanas. A mediados del siglo XVI comienzan los ataques contra Lanzarote y Fuerteventura con el objetivo de capturar población y devastar las cosechas. La necesidad de resguardar las costas contra piratas como Morato Arráez impulsó la creación de estructuras de defensa, que serían de verdadera utilidad contra los ataques venideros de franceses e ingleses contra estas islas. La principal necesidad se centró en la fortificación de los puertos, para evitar que todo el material obtenido del comercio con el nuevo continente fuese saqueado. Van a aparecer en Lanzarote, Tenerife y Gran Canaria fortificaciones defensivas portuarias, primero de pequeño tamaño, transformandose a lo largo de este siglo en grandes estructuras defensivas. En 1582, Felipe II va a encargar a Torriani la fortificación de estas. Aunque la mayor parte de sus detallados planes no se llevasen a cabo, a raíz de los primeros ataques, se va a dotar al puerto de Las Palmas de muralla, que aunque no rodease por completo esta plaza, si la proporcionaba una mejor defensa. En esos mismos momentos también se va a construir el fuerte de Garachico y el castillo de Santa Bárbara en Lanzarote. Es en este último donde mejor podemos apreciar la evolución de las fortificaciones en las islas: a una primitiva torre de planta cuadrada se la envuelve, añadiéndole cubos exteriores.

 

Y de las Islas Canarias se da el salto directo a América. Holandeses, ingleses y franceses buscan establecerse en América para comerciar con este nuevo continente. El monopolio impuesto por la Corona Española lo impedía, por lo que estos respondieron con continuos ataques sobre las posiciones españolas del Caribe. Desde estos puertos era desde donde salían y entraban todas las mercancías que colonias y metrópoli intercambiaban, así como todos los materiales preciosos que correspondían al quinto real. Van a fortificarse los principales puertos de Puerto Rico y Cuba, así como los del Rio de la Plata y Chile. El sistema de acopio en Veracruz para su posterior traslado a la península, produjo la necesidad de una fortificación escalonada de los puertos, buscando la protección sobre los materiales preciosos que iban desde Chile a Veracruz bordeando las costas americanas. Las zonas de Panamá, Cartagena de Indias y Veracruz estuvieron durante un primer momento fortificadas y mejor defendidas que las de las islas caribeñas. Es por ello, y por su aislamiento, por lo que estas dos islas caribeñas contarán con mayor número de defensas desde un principio. El caso más anecdótico será el de Cuba, en el que se va a crear un maravilloso conjunto de fortificaciones destinadas a la protección del puerto de La Habana. Estas posiciones serían continuamente aumentadas tras la conquista inglesa de Jamaica. Desde ese momento, y para hacer frente también a la piratería, se hizo imperiosa la necesidad de una fuerte defensa. La invasión inglesa de Cuba ratificaría, ya en el siglo XVII, esta necesidad.






Alejandro Floristán García

No hay comentarios:

Publicar un comentario